Centro comercial más visitado de Miraflores cerrado por riesgo a la seguridad pública
La Municipalidad de Miraflores clausuró temporalmente el emblemático centro comercial Larcomar tras una inspección que reveló graves deficiencias estructurales que pondrían en riesgo la vida de miles de visitantes diarios. La medida se tomó luego del sismo de magnitud 6.1 que sacudió Lima el pasado domingo.
Durante la Verificación de Seguridad en Edificaciones (VISE) realizada este martes, las autoridades habrían encontrado grietas en zonas de alto tránsito de visitantes, instalaciones eléctricas expuestas y serias deficiencias en la implementación de medidas de seguridad. Estas observaciones pondrían en riesgo directo la integridad física de vecinos, turistas nacionales y extranjeros.
Como consecuencia de estos hallazgos, también se revocó el certificado ITSE (Defensa Civil) del establecimiento. Los turistas y visitantes que se encontraban en Larcomar durante la inspección fueron evacuados inmediatamente del lugar.
El sismo de magnitud 6.1 registrado el domingo a las 11:35 horas habría tenido su epicentro a 30 kilómetros al suroeste del Callao, a 49 kilómetros de profundidad. El movimiento telúrico habría causado derrumbes de estructuras y deslizamiento de rocas en la Costa Verde, afectando distritos costeros como Miraflores, Chorrillos y Barranco.

¿Qué tan seguro es realmente Larcomar?
Carlos Zavala, investigador principal del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas (CISMID) y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), habría advertido sobre la vulnerabilidad sísmica crítica de los distritos costeros como Miraflores.
Según Zavala, los acantilados de la Costa Verde requerirían un tratamiento ingenieril específico y urgente. Las medidas actuales como la geomaya actuarían solo como contención temporal, ya que podrían colapsar ante el peso o las vibraciones sísmicas.
El experto habría revelado que las grietas y rajaduras observadas en veredas y parques se deberían principalmente a que las edificaciones estarían construidas peligrosamente cerca del borde del acantilado. La normativa técnica recomendaría construir a partir de 150 metros hacia el interior, no al filo del precipicio.
Las construcciones cercanas al borde presionarían excesivamente el terreno, elevando dramáticamente los riesgos ante un sismo y generando los desprendimientos de rocas como los ocurridos el domingo pasado.