Martina Hernández tenía material explosivo y dinero de extorsiones, mientras Giorgi Araujo habría traicionado a la PNP desde adentro
Señores, la madrugada del martes 3 de junio nos habría dejado dos capturas que demuestran hasta dónde llega la corrupción y el crimen organizado en nuestro país. Por un lado, Martina Esther Hernández de la Cruz, madre de Erick Moreno Hernández, alias ‘El Monstruo’, habría sido detenida en Ica con material explosivo y dinero producto de extorsiones. Por el otro, Giorgi Israel Araujo Alva, suboficial de la PNP en actividad, habría caído por presuntamente filtrar información policial a esta misma organización criminal.
La madre cómplice: explosivos y dinero sucio en su poder
Martina Hernández de la Cruz, de 57 años, habría sido capturada en su vivienda ubicada en Ica durante el megaoperativo contra ‘Los Injertos del Cono Norte’. Las autoridades presuntamente le encontraron en posesión de material explosivo y una considerable suma de dinero que sería producto de las actividades extorsivas de la organización que lideraba su hijo.
Según el general Marco Antonio Conde, jefe de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), la organización criminal habría acumulado más de cinco millones de soles a la fecha como resultado de sus actos ilícitos. No se descarta que esta señora habría estado enviando dinero a su hijo, quien presuntamente se encontraría actualmente en el extranjero, huyendo de la justicia peruana.
¿Acaso una madre no sabe que su hijo es un criminal? ¿O simplemente prefirió hacerse la ciega mientras disfrutaba del dinero manchado de sangre?
El policía traidor: información privilegiada para los criminales
Pero si la captura de la madre de ‘El Monstruo’ es grave, lo que representa Giorgi Israel Araujo Alva es mucho peor. Este suboficial de tercera de la PNP, de 29 años y en actividad en Independencia, habría sido detenido en el distrito de Comas acusado de brindar información privilegiada a la banda de extorsionadores y sicarios.
Araujo, conocido como alias ‘Giorgi’, presuntamente habría estado alertando a los criminales sobre los operativos policiales en su contra. ¡Imagínense, señores! Un policía que juró proteger y servir, habría estado traicionando a su propia institución y poniendo en riesgo la vida de sus compañeros.
La desesperación del culpable: arrojó celular y arma al ser capturado
Durante su detención, Araujo habría demostrado su culpabilidad de la peor manera. Según las primeras versiones, intentó huir durante el operativo y en su desesperación arrojó su celular y un arma de fuego a una vivienda contigua, donde las autoridades continúan realizando diligencias.
Esta reacción no habría sido la de un inocente, sino la de alguien que sabía perfectamente que tenía las manos manchadas y que su traición había sido descubierta.
Los antecedentes que lo delatan: ya era un policía corrupto
Como si fuera poco, Giorgi Araujo no sería ningún angelito. Este mismo efectivo ya había sido sancionado en 2019 por abuso en el ejercicio de sus funciones, cuando aún era suboficial de segunda. La acusación habría sido por apropiarse de dos teléfonos celulares pertenecientes a un ciudadano durante un patrullaje en la jurisdicción de la comisaría de San Cosme, en La Victoria.
La víctima lo habría reconocido en 2017 como el efectivo policial que le quitó los equipos móviles. Sin embargo, un tribunal de disciplina de la Policía Nacional anuló la sanción impuesta tiempo después, disponiendo una nueva sanción de apenas cuatro días de rigor.
¿Se dan cuenta, señores? Las señales estaban ahí, pero la institución no tomó las medidas necesarias. Ahora tenemos a un ladrón uniformado trabajando para los criminales.
El Mininter reacciona tarde: cese temporal tras el escándalo
Solo después del escándalo, el Ministerio del Interior habría informado que la Inspectoría General de la Policía Nacional del Perú inició un proceso administrativo disciplinario contra Araujo. Como medida preventiva, se dispuso su cese temporal del empleo tras su detención por presunto vínculo con la organización criminal.
Muy poco, muy tarde, señores. La corrupción ya había hecho su trabajo.
Dos rostros del mismo problema: familia criminal y policía corrupto
Estas dos capturas nos muestran dos caras de la misma moneda podrida. Por un lado, tenemos a una madre que presuntamente habría decidido ser cómplice de las actividades criminales de su hijo, guardando explosivos y dinero sucio en su casa. Por el otro, un policía que habría traicionado su juramento y su uniforme para servir a los delincuentes.
Tanto Martina Hernández como Giorgi Araujo representarían lo peor de nuestra sociedad: la complicidad familiar con el crimen y la corrupción institucional que permite que las organizaciones criminales operen con impunidad.
La reflexión que duele pero es necesaria
Señores, mientras tengamos madres que prefieren ser cómplices antes que denunciar a sus hijos criminales, y policías que vendan información a cambio de dinero sucio, seguiremos siendo un país donde la delincuencia encuentra terreno fértil para crecer.
¿Cuántas madres más estarían guardando el dinero de la extorsión de sus hijos? ¿Cuántos policías más estarían trabajando para los criminales desde adentro?
Estas son las preguntas incómodas que nadie quiere hacerse, pero que son fundamentales para entender por qué el crimen organizado sigue ganando terreno en nuestro país.