El titular de Energía y Minas evade responsabilidad sobre escándalos en gabinete y asegura que solo se dedica a «trabajar»
El ministro de Energía y Minas, Jorge Montero, generó polémica al declarar que no habría conversado con sus colegas Juan José Santiváñez y Eduardo Arana sobre la difusión de nuevos audios que los involucrarían en graves denuncias. Su respuesta evidenciaría una preocupante desconexión del gabinete ante los escándalos que lo aquejan.
«No me corresponde, es esperar resultados de la investigación y después veremos qué pasa. Seguimos trabajando normalmente. Si nos vamos a detener por cada denuncia, por cada carpeta o reporte periodístico, no haríamos nada», declaró Montero con una actitud que muchos calificarían como evasiva.
La declaración más controversial del ministro llegaría cuando afirmó: «Yo no tengo por qué preguntar, a mí no me pagan para preguntar, me pagan para trabajar, no para preguntar». Esta posición revelaría una falta de solidaridad y compromiso con la transparencia dentro del propio gabinete.
Montero, quien compareció ante la prensa tras su presentación en la Comisión de Energía y Minas del Congreso, minimizó la gravedad de las acusaciones que pesan sobre sus colegas ministros. «Cada ministro tiene su mochila, cada ministro tiene sus dificultades y a cada ministro le pagan por trabajar, no por quedarse quieto y asustado», insistió.
El funcionario intentaría justificar su posición señalando que esta sería la naturaleza del cargo público, comparando la situación con lo que ocurriría «en otras partes del mundo». Sin embargo, su discurso dejaría entrever una normalización preocupante de los escándalos gubernamentales.
«Así es, si no te gusta esto, vete pues, pero si vas a ser ministro tienes que ser macho y asumir el pasivo y el activo de tu ministerio y seguir adelante todos los días, porque te pagan para resultados, no para que te asustes», manifestó con un tono que muchos considerarían inapropiado para un alto funcionario.
Esta actitud del ministro Montero contrastaría notablemente con lo que la ciudadanía esperaría de sus autoridades: transparencia, rendición de cuentas y solidaridad institucional frente a los escándalos que afectan la credibilidad del gobierno.
Los audios que involucrarían a Santiváñez y Arana continuarían siendo objeto de investigación, mientras el gabinete aparentaría seguir funcionando como si nada ocurriera, evidenciando una preocupante falta de autocrítica y responsabilidad política.


