PNPEl Agustino: techo de comisaria colapsa tras cinco años de advertencias ignoradas

Avatar photo Redacción CPD12 de noviembre de 2025

Policías trabajaban bajo techo de calamina mientras autoridades hacían oídos sordos a sus peticiones de remodelación

La madrugada del miércoles 12 de noviembre se convirtió en una advertencia materializada para las autoridades que durante cinco años ignoraron las solicitudes de remodelación de la comisaría San Pedro, ubicada en el distrito de El Agustino. Alrededor de la 1:00 a.m., el colapso de un muro de contención de una vivienda vecina provocó la caída del techo en la zona de vestuarios del local policial.

El estruendo fue tan fuerte que los residentes de la zona lo confundieron con un movimiento sísmico. «El sonido nos despertó a todos, pensamos que era un terremoto», relataron vecinos del sector. Afortunadamente, el área de vestuarios se encontraba vacía al momento del derrumbe, evitando así una tragedia que pudo haber costado vidas humanas.

Infraestructura en estado deplorable

Las imágenes captadas tras el incidente revelan una realidad que los efectivos policiales conocían desde hace años: la comisaría San Pedro opera en condiciones precarias e inseguras. El techo que colapsó estaba construido con calamina, un material sumamente vulnerable que no debería utilizarse en instalaciones de esta naturaleza.

Pero eso no es todo. El resto de la estructura, aunque construida en material noble, presenta un deterioro alarmante: paredes cubiertas de humedad, mayólicas desprendidas y agrietamientos que evidencian la falta absoluta de mantenimiento. Una situación que pondría en riesgo permanente la vida de los policías que laboran en el recinto y de los ciudadanos que acuden a realizar trámites.

Cinco años de advertencias sin respuesta

Los efectivos policiales no permanecieron en silencio ante esta realidad. Hace cinco años, el personal de la comisaría habría solicitado formalmente la remodelación urgente de las instalaciones debido al deterioro progresivo que venían observando. Sin embargo, estas peticiones habrían caído en saco roto, sin que ninguna autoridad competente tomara cartas en el asunto.

«Temíamos ingresar a la comisaría por miedo a que algo colapsara», confesó un vecino del distrito, evidenciando que la preocupación no solo era del personal policial, sino también de la comunidad que utilizaba los servicios de la dependencia.

Un local sin mantenimiento desde 1998

La comisaría San Pedro fue inaugurada en 1998 y, según declaraciones de los propios agentes, no habría recibido ningún tipo de mantenimiento significativo desde su apertura. Casi tres décadas de operación sin inversión en infraestructura han convertido el local en una instalación vulnerable y peligrosa.

Desde las primeras horas de la mañana del miércoles, personal especializado de la División de Infraestructura de la Policía Nacional del Perú se hizo presente en el lugar para evaluar los daños y coordinar el retiro de los escombros. Paralelamente, Defensa Civil realizó la inspección técnica correspondiente y procedió a acordonar el área afectada mientras se determinan las acciones correctivas necesarias.

El abandono sistemático de la infraestructura policial

Este incidente vuelve a exponer una problemática que afecta a numerosas comisarías a nivel nacional: el abandono sistemático de la infraestructura policial. Mientras se exige a los efectivos policiales que brinden seguridad a la población, ellos mismos trabajan en condiciones que atentan contra su propia integridad física.

La pregunta que surge inevitablemente es: ¿cuántas comisarías más en el país se encuentran en situaciones similares? ¿Cuántos policías están arriesgando sus vidas no solo en las calles cumpliendo su labor, sino también dentro de sus propios centros de trabajo?

El colapso en la comisaría San Pedro no debería ser visto como un hecho aislado, sino como una advertencia urgente sobre la necesidad de invertir en la infraestructura de las instituciones encargadas de velar por nuestra seguridad. Las advertencias ignoradas durante cinco años finalmente se materializaron. Esta vez no hubo víctimas, pero ¿qué pasará la próxima vez?

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