El polémico congresista intentaría llegar a Palacio pese a sus múltiples cuestionamientos
Señores y señoras, el controvertido congresista Guillermo Bermejo estaría moviendo sus fichas para intentar llegar a Palacio de Gobierno en las elecciones 2026. El parlamentario de Voces del Pueblo, quien enfrentaría múltiples cuestionamientos por sus presuntos vínculos con el terrorismo y declaraciones polémicas, habría encontrado en una alianza con partidos de izquierda la estrategia perfecta para «blanquear» su imagen política.
Bermejo estaría negociando una coalición con Nuevo Perú —partido que impulsa la candidatura de Vicente Alanoca y vinculado a Verónika Mendoza—, Unidad Popular de Duberlí Rodríguez, y algunos militantes del Partido de los Trabajadores y Emprendedores (PTE). Esta alianza tendría como excusa el supuesto objetivo de «derrotar a las mafias que gobiernan», un discurso que contrastaría notablemente con el historial del propio Bermejo.
¿Quién es realmente Guillermo Bermejo?
El congresista que ahora hablaría de «luchar contra las mafias» es el mismo que habría sido denunciado en múltiples ocasiones por sus controvertidos vínculos. Bermejo enfrentaría investigaciones por presuntos lazos con organizaciones terroristas y habría protagonizado escándalos que cuestionarían gravemente su idoneidad para aspirar a la presidencia.
Sus declaraciones públicas también habrían generado polémica constante. El parlamentario habría defendido posiciones radicales que muchos peruanos considerarían inaceptables para quien aspiraría a gobernar el país.
Pero ahora, con el pragmatismo político que lo caracterizaría, Bermejo habría decidido que la mejor forma de llegar al poder sería aliándose con otros partidos de izquierda, aprovechando el descontento ciudadano para posicionarse como una «alternativa de cambio».
La estrategia de la «nueva constitución»
El acuerdo entre estas agrupaciones se basaría supuestamente en «impulsar una agenda constituyente» y en «recuperar la soberanía sobre nuestros recursos». Palabras bonitas que esconderían las verdaderas intenciones de quienes buscarían el poder a cualquier precio.
«Con Nuevo Perú estamos de acuerdo en impulsar una agenda constituyente, en priorizar la inscripción de la alianza y en incorporar al movimiento social en su estructura una vez registrada. Solo falta definir la metodología para elegir al candidato presidencial», habría declarado Bermejo, evidenciando que las negociaciones estarían prácticamente cerradas.
Los partidos de izquierda trabajarían contra el reloj, ya que tendrían plazo hasta el 2 de agosto para presentar formalmente el pacto partidario. Una fecha que presionaría a Bermejo para concretar sus aspiraciones presidenciales.
¿Los peruanos olvidarían tan fácil?
La gran pregunta que surge es si los ciudadanos peruanos habrían olvidado las polémicas que rodearían a Guillermo Bermejo. ¿Sería suficiente una alianza política para borrar años de cuestionamientos? ¿Realmente creerían en su «conversión» a defensor de la democracia?
El tiempo dirá si esta estrategia de Bermejo funcionará o si los peruanos tendrían memoria suficiente para recordar quién es realmente el hombre que ahora se presentaría como la «solución» a los problemas del país.
Chiabra también se movería en el otro extremo
Mientras Bermejo intentaría «reinventarse» con la izquierda, en el sector de centro-derecha, Roberto Chiabra habría formalizado su alianza con el Partido Popular Cristiano (PPC). Esta coalición habría sido anunciada oficialmente, con Chiabra encabezando la fórmula presidencial y Javier Bedoya Denegri como candidato a primera vicepresidencia.
A diferencia de Bermejo, Chiabra se apoyaría en su experiencia militar y en temas de seguridad, sectores donde no enfrentaría los cuestionamientos que perseguirían al controvertido congresista de Voces del Pueblo.
Las elecciones 2026 se perfilan con candidatos que representarían extremos opuestos: por un lado, un Bermejo que buscaría el poder pese a sus cuestionamientos, y por el otro, opciones que apelarían a la experiencia y la estabilidad.
¿Cuál elegirían los peruanos? La respuesta podría definir el futuro del país por los próximos cinco años.