Feminicida fue encontrado autolesionándose con el arma del crimen en Tacna
¡Señores y señoras, una vez más la violencia intrafamiliar cobra otra víctima! Ana Beatriz Canahuire Montes, de 57 años, habría perdido la vida de la manera más brutal: asesinada a cuchilladas por su propio hermano dentro de su hogar en el Cercado de Tacna.
César Augusto Canahuire Montes, de 52 años, estaría detrás de este atroz crimen que habría ocurrido la madrugada del miércoles 7 de agosto. ¿El motivo? Una disputa familiar por la vivienda que ambos compartían en la calle Modesto Molina 847, justo frente al colegio Coronel Bolognesi.
La escena que encontraron los policías habría sido dantesca: Ana Beatriz yacía sin vida en el segundo piso de la casa, mientras su hermano César permanecía junto al cuerpo con el cuchillo ensangrentado en sus manos. Pero aquí viene lo más perturbador, queridos televidentes: el presunto asesino estaría autolesionándose cuando llegaron las autoridades.
Todo habría comenzado como una noche aparentemente normal. Los hermanos bebían alcohol junto a una amiga en común cuando se habría desatado la tragedia. Fue precisamente esta amiga quien corrió a pedir auxilio a los agentes de la Policía de Turismo que patrullaban por la zona cerca de las 21 horas.
Las heridas que presentaba César en su mano izquierda habrían sido tan graves que requirió atención médica inmediata en el Hospital Hipólito Unanue. Al día siguiente, las autoridades lo trasladaron a Medicina Legal para los exámenes correspondientes.
Cuando los periodistas intentaron obtener alguna declaración del presunto feminicida, este habría guardado un silencio sepulcral. ¿Acaso la culpa lo estaría consumiendo? ¿O simplemente calculaba fríamente su defensa?
El general Arturo Valverde Inga, jefe de la Región Policial de Tacna, confirmó que los testigos presenciales habrían visto al detenido infligiéndose heridas con la misma arma que presuntamente usó contra su hermana. Una escena que habría quedado grabada para siempre en la memoria de quienes la presenciaron.
Esta tragedia familiar nos demuestra una vez más cómo la codicia y las disputas por dinero pueden transformar a los seres humanos en bestias. Una mujer que confiaba en su hermano, que compartía techo con él, habría terminado siendo víctima de su propia sangre.
Las investigaciones continúan para esclarecer todos los detalles de este feminicidio que enluta a Tacna y nos recuerda que la violencia contra las mujeres no distingue edad, clase social o vínculos familiares.